jueves, 22 de marzo de 2012

Ataúdes colgantes


Colgando en estacas de madera de grandes riscos a 50 o hasta 100 metros de altura, miles de ataúdes llevan reposando cientos y hasta miles de años en el sur de China.
Esta antigua práctica que se desarrolló en la antigua China, es hasta ahora uno de los granes misterios qu
e no han logrado ser descifrados.
Los sepulcros que penden de los precipicios, y que por su extraña y majestuosa naturaleza han sido incluidos entre las reliquias culturales de preservación del país.
En algunos sitios se congregan hasta cerca de mil ataúdes con sus respectivos restos en el interior.

Aunque todavía se desconoce cómo llegaban a poner en las alturas estos cajones fúnebres, se presume que antes de colocar el ataúd, los deudos tallaban en la roca sólida de los acantilados agujeros para incrustar las estacas que servirían de soporte a los cajones.
En otros lugares se tallaba la piedra de las paredes o cavernas donde se instalaba el ataúd y también eran apilados los cajones mortuorios en cuevas o grietas de las paredes.
El ataúd, hecho generalmente de madera, era más ancho en su parte superior y más angosto en la inferior, y se ensamblaba con broches de presión y espigas. Se acostaba al difunto boca arriba y con el cuerpo envuelto en sudario de lino. Los artículos funerarios, cuya cantidad
variaba, se disponían a los pies. Se incluían entre ellos objetos de cerámica, bambú, madera, hierro, tejidos de lino y de seda. El material predominante era el lino.
Lo cierto es que no se sabe en qué época se inició esta práctica, pero sí que concluyó durante la dinastía Ming.
Muchos de los ataúdes de la región de Bawuxia, situados en la orilla del río Yangtsé, en la región de las Tres Gargantas, tienen en su interior a una pareja, por lo que se cree que cuando uno de los hombres de la localidad moría se mataba a una mujer para que le hiciera compañía en el más allá.

jueves, 15 de marzo de 2012

Retratos de Vida y Muerte

Entre la vida y la muerte hay tan sólo… dos fotos.

Muchas veces nos hemos preguntado ¿qué hay más allá de la muerte?
Lo cierto es que pocas veces nos hemos cuestionado lo que piensa la gente que sabe que tiene sus días contados.
Existimos personas que creemos que no le tememos a la muerte y a veces hasta la desafiamos.
Sin embargo al tenerla de frente, muchas veces nuestra perspectiva suele cambiar.
Aquí les dejo la serie fotográfica Life Before Death, que exhibió en el Wellcome Collection de Londres.
Esta serie de retratos de personas tomadas antes y después de morir es un reto y conmovedor estudio. Nada nos enseña más sobre la vida que la muerte en sí.
La periodista Lakotta Beate que grabó las entrevistas con los sujetos en sus últimos días y el fotógrafo Walter Schels les pidió permiso para retratarlos una vez que hubieran muerto.
Lejos de ser pesimista, estas íntimas preocupaciones de los moribundos revelan la transitoriedad de la vida, y nos hacen dudar de lo que a menudo damos por hecho.






Edelgard Clavey, 67 años
Primer retrato:

5 de Diciembre de 2003
Segundo retrato:
4 de Enero 2004

"La muerte es una prueba de su madurez. Todo el mundo tiene que llegar a ella por su propia cuenta. Deseo enormemente morir. Quiero ser parte de esa gran luz extraordinaria. Morir es un trabajo muy duro. La muerte es parte del proceso, no puedo influir en su curso. Todo lo que puedo hacer es esperar. Me dieron mi vida, tuve que vivir, y ahora la estoy regresando".








Maria-Hai Anh Tuyet Cao, 52 años
Primer retrato:
5 de Diciembre de 2003

Segundo retrato:

15 de Febrero de 2004
"La muerte no es nada", dice María. No es eterna. Después, cuando nos reunimos con Dios, nos volvemos un ser hermoso. Sólo somos llamados de nuevo a la tierra si se sigue conectado a otro ser humano en los últimos segundos.









EllyGenthe, 83 años
Primer retrato:
31 de Diciembre de 2002
Segundo retrato:

11 de Enero de 2003

"Mi corazón se detendrá (si me quedo aquí en el hospital). Esto es una emergencia!

No quiero morir! ".










BeateTaube, 44 años

Primer retrato:
16 de Enero de 2004
Segundo retrato:

10 de Marzo de 2004

Beate había estado recibiendo tratamiento para el cáncer de mama y se dio cuenta de que iba a morir. Ella incluso fue a ver la tumba donde sería enterrada.










RitaSchoffler, 62 años

Primer retrato:
17 de Febrero de 2004
Segundo retrato:

10 de Mayo de 2004
"Durante semanas, todo lo que quería era morir. Pero ahora me encantaría tener la oportunidad de participar en la vida por última vez…"







Heiner-Schmitz, 52 años
Primer retrato:
19 de Noviembre
de 2003

Segundo retrato:

14 de Diciembre de 2003
Los amigos de Heiner no querían que estuviera triste y estaban tratando de animarlo y sacar de su mente la mala situación en la que estaba. Ellos vieron el futbol con él como siempre solían hacerlo: Trajeron cervezas y cigarrillos, había una pequeña fiesta en la habitación. "Algunos de ellos incluso le decían “mejórate pronto", ya que se retiraban; "Espero que estés pronto de regreso amigo!'", Dice Heiner, irónicamente. "Pero nadie me pregunta cómo me siento. No se dan cuenta? ¡Me voy a morir! "








GerdaStrech, 68 años
Primer retrato:
5 de Enero 2003
Segundo retrato:
14 de Enero de 2003


"¿Tiene que suceder ahora? No pudiera esperar la muerte? ¿Dónde está Dios ahora?"








Roswitha Pacholleck, 47 años
Primer retrato:
31de Diciembre de 2002
Segundo retrato:
6 de Marzo 2003

"Es realmente absurdo. Es sólo ahora que tengo cáncer que, por primera vez, realmente quiero vivir ".








PeterKelling, 64 años
Primer retrato:
29 de Noviembre de 2003

Segundo retrato:
22 de Diciembre de 2003

“ Sólo tengo 64 años. No debí desperdiciarlos".









Barbara Gröne, 51 años
Primer retrato:
11 de Noviembre de 2003

Segundo retrato:
22 de Noviembre de 2003

"Es como si fuera rechazada por la vida misma".







KlaraBehrens, 83 años
Primer retrato:
6 Febrero 2004
Segundo retrato:
3 de Marzo 2004
"Me pregunto si es posible tener una segunda oportunidad en la vida. No lo creo. Yo no le tengo miedo a la muerte. Tan sólo seré uno de los millones de millones de granos de arena en el desierto…"


martes, 13 de marzo de 2012

120 Días de Sodoma

"Es ahora, querido lector, cuando hay que preparar tu corazón y tu espíritu al relato más impuro que jamás ha sido hecho desde que el mundo existe, no encontrándose un libro semejante ni en los antiguos ni en los modernos”.
Marqués de Sade

Mucho se ha hablado del Marqués de Sade, un personaje que durante más de 200 años ha sido considerado un monstruo, un sujeto lleno de perversión y maldad.

Las obras de Donatien Alphonse Françoise, son de un contenido extremadamente crudo que es muy difícil de leer. La violencia, alto grado sexual y hasta prácticas antinaturales son parte de los temas tratados en sus obras.

Sin embargo lejos de la perversión pura, el Marqués de Sade era un gran opositor del sistema de la Francia imperial de finales de 1700.

Sade fue un férreo crítico de la sociedad de aquel entonces, un escritor que evidenció la corrupción de la Iglesia y un ideólogo liberal contra el sistema político.

Pero su perdición fueron sus prácticas sexuales, las cuales lo llevaron a estar preso varias ocasiones. En una de ellas estando de la célebre Bastilla, fue cuando escribió algunas de sus más grandes obras.

Los 120 Días de Sodoma, es un de los textos que mayor controversia ha causado.

El libro fue escrito en un rollo de papel en treinta y siete días, del 22 de octubre de 1785 al 28 de noviembre de ese mismo año.

La historia narra la aventura de cuatro libertinos que se reúnen y formulan un plan para ocupar 120 jornadas en los más inimaginables excesos sexuales, para lo cual redactan un código que ordenará el gran desorden carnal de cada una de sus largas sesiones de desenfreno.

Sade expone de forma cruda y hasta grotesca la corrupción a la que lleva el exceso y el abuso del poder, aspectos que denuncia en sus obras y que forman parte de los ideales del movimiento de Ilustración.

En la primera parte describe a los personajes detalladamente y las últimas 3 partes, enumera las atrocidades correspondientes a las pasiones.

La primera parte usa un lenguaje barroco y pletórico de adjetivos voluptuosos y lúbricos acomodados poéticamente, pero el final se torna brutal.

Siento que es una obra inconclusa pues las últimas partes hasta están marcadas como “borrador” y pasan a ser una triste lista de acciones sexuales atroces, que incluso algunas son anatómica y biológicamente imposibles.

Sin embargo hay que darle crédito a Sade, por su prodigiosa memoria, pues lleva la trama incluso en los borradores de casi 40 personajes distintos y qué les ha ocurrido a cada uno, y también por la tremenda imaginación para figurar extrañas y depravadas formas de placer.

Sade sostiene que el placer sólo se deriva del poder y ascendencia que tenga uno sobre el prójimo. Lo resume en una frase.

“No basta con sentir el placer. Tu víctima debe ser miserable”.

domingo, 11 de marzo de 2012

El vampiro de sonrisas



La sonrisa se le había borrado del rostro

Nunca supo con certeza qué sucedió.

¿Cómo fue que esa vampiresa lo había convertido en un vampiro?

Sin darse cuenta, una noche de luna llena, la hermosa chica de ojos negros y profundos, se enamoró de su sonrisa.

Ella se había propuesto arrancarle esa extraña y simpática mueca de su rostro, pero la única forma de hacerlo, era con un beso.

Eso no fue nada complicado para una mujer tan hermosa y el joven cayó rendido ante los labios de aquella doncella.

Esa fue una noche mágica para él, compartir el lecho con esa hermosa mujer fue lo mejor que le pudo pasar en su vida. Estaba enamorado.

Al despertar a la mañana siguiente notó que sus labios sangraban y ella no estaba.

De pronto se percató que su sonrisa había desaparecido de su cara, pero él lo atribuyó a la tristeza de no encontrar a la mujer de quien se enamoró perdidamente.

También notó que el sol le lastimaba, que la luz del astro rey quemaba su blanquecina piel, por lo que tuvo que ocultarse en la oscuridad.

Se dio cuenta que era un vampiro.

Sus intentos de buscar a la chica que se convirtió en su verdadero amor, se volvió una obsesión para él.

El semblante de su cara palideció, sus ojos, antes llenos de vida, ahora se veían sin brillo.

Sin embargo, lo más evidente, fue la ausencia de esa expresión en sus labios. Ya casi no recordaba cómo era su sonrisa.

No fue capaz de encontrar a aquella furtiva ladrona, por lo que buscó una sonrisa que sustituyera a la perdida.

Los ataques del vampiro de sonrisas comenzaron a presentarse todas las noches por la ciudad.

Todas las mujeres comentaban la historia de ese enigmático ser que les succionaba el alma a través de los besos.

Pero al final todas ellas la recuperaron, pues no tenían lo que el vampiro buscaba y anhelaba.

Una noche lluviosa, el vampiro vagaba errante por las calles, y de pronto un frío recorrió su cuerpo. Allí estaba.

Como si fuera la luz de la luna, aquella sonrisa (su sonrisa) irradiaba luz nacarada en la oscuridad. Era ella, aquella vampiresa le sonreía coquetamente al verlo de frente.

El vampiro estaba listo para atacar, se acercó a la mujer de sus sueños y la besó sensualmente con el firme propósito de que le devolviera lo suyo…pero entonces, se detuvo.

Comprendió que aquella, su sonrisa, encajaba mejor en el rostro de su amada, y dejó que ella la conservara.

Si vida (por así llamarlo) ya no tenía sentido, su intensa búsqueda había terminado, pero su alma que antes estaba vacía de pronto se llenó de regocijo al saber que la mujer que adoraba conservaba su sonrisa.

El vampiro se hallaba sumido en esos pensamiento cuando fue sorprendido por el sol. El amanecer atrapó al vampiro y no había lugar donde esconderse.

Ya no hacía falta huir, cerró los ojos y esperó el final.

Antes de desaparecer entre la humareda … una leve y nueva sonrisa se dibujó en su rostro.

viernes, 9 de marzo de 2012

Nos morimos

No es que muera de amor, muero de ti.

Muero de ti, amor, de amor de ti,

de urgencia mía de mi piel de ti,

de mi alma de ti y de mi boca

y del insoportable que soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,

de nosotros, de ese,

desgarrado, partido,

me muero, te muero, lo morimos.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos

entre los dos, ahora, separados,

del uno del otro, diariamente,

cayéndonos en múltiples estatuas,

en gestos que no vemos,

en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre

que no muerdo ni beso,

en tus muslos dulcísimos y vivos,

muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,

de nuestra muerte, amor, muero, morimos.

Dentro de mí, quiero decir, te llamo,

Te llaman los que nacen, los que vienen

de atrás, de ti, los que a ti llegan.

Nos morimos, amor y nada hacemos

sino morirnos más, hora tras hora,

y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines

jueves, 8 de marzo de 2012

El amante de piedra

Peter la conoció una tarde lluviosa y desde entonces quedó prendado de aquella hermosa chica.

Enamorarla no fue cosa sencilla, sin embargo todo valió la pena, pues aquella se convirtió en una gran historia de amor.

Sin embargo esta no era una historia perfecta, pues a causa de sus familias, los jóvenes estaban obligados a verse a escondidas y encontraron en el panteón una perfecta guarida donde se citaban todas las tardes.

Al salir del trabajo, Peter acudía ansioso a ver a su amada; ella luego de la escuela, se dirigía al panteón y ambos se encontraban a la sombra de un viejo roble.

Aquellos momentos parecían ser los mejores en la vida de ambos muchachos.

Sin embargo, una tarde, la muchacha no llegó a tiempo a su cita acostumbrada. Peter veía cómo las horas pasaban y su amada no aparecía en el panteón, pero no se movió del sitio del encuentro.

Un amigo del muchacho, quien conocía el secreto de los enamorados, llegó al camposanto en la tarde. Ya empezaba a oscurecer y se encontró a Peter en el mismo lugar a la espera de su amada.

El amigo, con el rostro desencajado le dio la terrible noticia: Cuando se dirigía a su cita, la muchacha había muerto en un accidente. El camión donde viajaba había sido embestido por el tren.

Peter se negó a aceptar que su amante se había ido de este mundo y pese a que su amigo trató de hacerlo entrar en razón, él no se quiso mover de allí.

Pasaron los días, los funerales de la muchacha se llevaron a cabo en su casa, y todos los amigos de la joven estuvieron presentes menos Peter. Él seguía inmóvil junto a aquél árbol del panteón, aguardando a la muchacha.

Cuando el cortejo partió hacia el camposanto, los amigos de Peter temían que se volviera loco al ver llegar a su amada dentro de un ataúd para ser sepultada. Pero algo extraño ocurrió. El muchacho había desaparecido.

Con alivio los amigos y la familia terminaron con los funerales y se retiraron del panteón.

Lo extraño fue que ninguno de ellos volvió a ver a Peter por el barrio. Algunos creyeron que había partido a otro pueblo por el dolor de ver a su novia perdida.

A las pocas semanas, un grupo de amigos fue a llevar flores a la tumba de la muchacha.

Al llegar a la tumba, uno de los jóvenes dio un grito ahogado y a los demás muchachos se les fue el color de la cara.

Sus ojos no podían creerlo. Allí frente a ellos estaba Peter .

El joven estaba convertido en una estatua de piedra. Ahora ya nadie podría separarlo de su novia. Su rostro irradiaba felicidad, pues ahora vigilaba el sueño de su amada por la eternidad.