La tradicional ciudad de Nápoles en Italia alberga uno de
los más curiosos panteones del mundo: El Cementerio de las 366 Fosas.
Esta necrópolis se creó en el año de 1762, cuando Nápoles se
convirtió en la tercera ciudad más poblada de Europa, lo que conllevaba un
problema de sobrepoblación, tanto para los vivos, como para los muertos.
En aquella época, el índice de mortandad era demasiado alto,
pues con la oleada de epidemias como la peste bubónica y el cólera, las
defunciones eran cosa de todos los días.
Debido a las cuestiones insalubres que imperaban en todas
las ciudades debido a la falta de drenajes, a la poca higiene y a que muchas de
las sepulturas se encontraban en los sótanos de los edificios públicos e
iglesias (aunque los ricos siempre tenían un espacio reservado para su eterno
descanso) se decidió construir un cementerio en las afueras de Nápoles para los
pobres.
El trabajo fue encargado al arquitecto toscano Ferdinando
Fuga que proyectó el entonces llamado Cementerio del Pueblo en la colina de Poggioreale.
Este panteón originalmente estaba fuera de las murallas de
la ciudad, pero con el paso del tiempo, la mancha urbana alcanzó al camposanto.
En un principio se planeó que el cementerio estuviera muy
cerca del Hospital de los Pobres y Desahuciados, pues así era más fácil que los
cuerpos de los pacientes que morían fueran llevados a su última morada.
El cementerio es un cuadrado perfecto de ochenta metros de
lado. Sólo uno de estos cuatro lados albergaba un edificio, en el que se
acomodaba la casa del enterrador, la capilla, la sala mortuoria y seis fosas
para enterramientos. Los otros tres lados eran muros cuyo único ornamento
consistía en arcos ciegos, concebidos para confinar el lugar de enterramiento y
prevenir así la proliferación de enfermedades contagiosas.
El cuadrado estaba compuesto por 19 filas y 19 columnas de
losas y además estaban las seis fosas del edificio. En total eran 366 fosas
(sin contar la central que era un receptáculo del agua de lluvia).
Debajo de cada losa había un foso de 7 metros de profundidad
donde los cuerpos eran arrojados.
Antes de llegar al fondo se colocaba una red metálica que servía de
filtro y amortiguaban la caída de los cadáveres y cuando los cuerpos se
disolvían con la cal que les ponían, los fiambres que se filtraban se mezclaban
con la tierra.
Cada una de las 366 fosas estaba reservada para un día del
año y su losa estaba enumerada, por lo que la fosa 1 era para el primero de
enero y la 366 era para el 31 de diciembre (en esta lista se incluía el 29 de
febrero de los años bisiestos).
Cada día del año, una fosa diferente era abierta para servir
de sepultura común a los olvidados de Nápoles, y una vez finalizado el ritual
cotidiano del enterramiento era sellada de nuevo tras haber rociado con cal los
cuerpos inhumados.
El trabajo de abrir y cerrar las losas lo realizaba una
pesada máquina que era movida un cuadro por día. Las losas pétreas tenían 80
centímetros de lado y escondían cámaras funerarias de más de 16 metros
cuadrados en planta. Este trabajo se llevó a cabo día tras día, durante 128
años hasta que el Cimitero dei Tredici dejó de funcionar.
Era lógico pensar que el sepulcro número 60 que correspondía
al 29 de febrero, era el que menos cadáveres contenía, pues era abierto
solamente cada cuatro años, sin embargo curiosamente en 1794 un fuerte
terremoto sacudió a Nápoles y los muertos fueron sepultados ese día en esa
fosa.
Actualmente el Panteón de las 366 Fosas ya sólo funciona
como atractivo turístico. No se tiene un registro de cuántas personas fueron depositadas
en esta gigantesca fosa común, pero todos los desdichados que allí se
encuentran fueron personas pobres que no tuvieron otro espacio para descansar.
Muy bien estudiado y muy higiénico!
ResponderEliminarDesconocía del todo esta historia tan interesante.
No hace mucho pasé por esta bella ciudad y nadie me ofreció esta visita. Sera que no les gusta este cementerio? Qué difícil es ser pobre!!
Un abrazo lleno de cariño.
Muchas gracias por tu comentario Jurema.
EliminarEfectivamente es difícil ser pobre, aún muerto.
Te mando un abrazo mi querida chamana.